¿Qué tienen en común el papa Francisco y Etty Hillesum? Uno es un papa que está remeciendo la Iglesia, y la otra muere en Auschwitz víctima del nazismo y ni es una cristiana declarada. En estas páginas encontraremos la convergencia: ambos tienen necesidad de incorporar los sentimientos de Cristo en sus vidas y actuar con misericordia.
Cómo si no podríamos leer las palabras de Etty al final de su diario: “He partido mi cuerpo como pan y lo he repartido entre los hombres. ¿Por qué no si estaban tan hambrientos y han tenido que privarse de ello tanto tiempo?”. ¿Las podremos leer sin referencias a Jesús?
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