El autor desarrolla el tema del deseo como punto de partida y característica de la andadura espiritual de san Bernardo.
El ser humano es esencialmente deseo y deseo de lo absoluto, de plenitud. La vida espiritual y mística entonces se entenderá como la suprema realización de este deseo. El amor por Dios permanece, a los ojos de san Bernardo, en el deseo esencialmente psíquico, pero realizado, desde el que Dios es deseado por él mismo.
Destaca la manera en que el autor considera el símbolo –en particular el de la unión nupcial– según el Cantar de los Cantares. Este tema simbólico e irremplazable en san Bernardo le permite el deseo de concebir y expresarse más allá de sí mismo, con toda la fuerza de imaginación que esto supone.
Se apreciará en la obra el considerable número y el papel esencial de las citas bernardianas, que no son simples ilustraciones, sino el fundamento mismo de la reflexión.
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