En este artículo quería centrarme en lo siguiente: “Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15:12). Cristo nos deja su mandamiento. Criterio evangélico por excelencia. Podríamos decir también que es la síntesis de las bienaventuranzas, porque en las bienaventuranzas encontramos el camino de Jesús. En ellas nos enseña a amar según sus enseñanzas y cómo amar al prójimo. ¿Somos seguidores de Cristo? ¿Somos sus servidores? Pues entonces vivamos en este criterio evangélico. El Señor no nos impone nada, solo quiere que sigamos su ejemplo: “ Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor “(Jn 15,9). Cristo ha sentido el amor del padre y nos ha amado con el mismo amor que Él ha recibido. Cristo nos pide que nosotros amemos a imagen suya. Y así, San Juan nos dice: “de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito para que todo el que crea en él no perezca sino que tenga vida eterna. (Jn 3:16). Dios entregó la vida de su hijo para salvarnos. ¿Cómo? Amándonos incondicionalmente y abriéndonos las puertas a la vida eterna. Cristo no se esperó a recibir algo a cambio de nuestra parte para amarnos. Aun más, asumió el dolor y nuestro menosprecio e incomprensión. Podríamos desglosar este amor en los siguientes puntos: servicio, perdón, entrega gratuita a los demás, acogida y espíritu de paz y humildad. “Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti. Esa es la esencia de todo lo que se enseña en la ley y en los profetas.” Mt 7,12. En nuestro día a día, como seguidores de Cristo e hijos de Dios debemos comprender y asumir esa forma de amar que Él nos muestra. Es dar nuestro amor, nuestra ayuda, nuestro tiempo, nuestra sonrisa, nuestra paciencia, comprensión y perdón para con los demás. Y sobre todo es levantarnos cada día y decir: Señor hágase en mí tu voluntad, que en este día sea instrumento tuyo y que en mis gestos y acciones seas tú a quien vean. De esta manera somos testigos del amor de Cristo y podemos llegar a todos los corazones, incluso a los más alejados. Y en oración le pregunto: Señor ¿Cómo quieres que ame, cuál es el camino? Entonces me viene lo siguiente: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos: porque corresponderán invitándote y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.”( Lc 14,12-14). Para amar hay que salir de nosotros mismos, tenemos que salir de nuestra comodidad, despojarnos de nuestro egoísmo y buscar a aquellos pobres cojos, lisiados y ciegos que el Señor pone en nuestro camino y a los que muchas veces nos cuesta amar. Y de nuevo vemos que la manera es darse a los demás sin esperar nada a cambio, sabiendo que nuestros dones son regalos del Señor y puestos a su servicio. Vivamos aquí y ahora el reino de Dios, entregando nuestras vidas al servicio del Señor. Para ello, no cerremos las puertas a su voluntad, por miedo y/o comodidad. Para amar como Jesús nos amó, hagamos nuestra su palabra, conozcamos cada día más a Jesús a través de los evangelios y sobre todo, oremos cada día para crecer, porque solo en oración creceremos en intimidad con Cristo y solo en intimidad nos enseñará el camino para amarnos los unos a los otros tal como Él nos ama. Para poder amar como Cristo quiero hacer referencia a unas palabras de Tadeusz Dajczer (libro: meditaciones sobre la fe) :”Pero para que puedas amar como Cristo, tienes que ir descubriendo su imagen a través de la fe, esa imagen que se manifiesta en la Palabra revelada. No basta con conocer teóricamente la figura de Cristo. A medida que vaya creciendo en ti la fe, irá creciendo el amor, irá creciendo el vínculo existencial con Jesucristo, el ideal del amor. Conocerás al modelo del amor que es Cristo, y desearás amar como él amó, hasta el extremo (… ) Del grado de fe que tengas, y que te permita participar en la vida de Dios, depende el nivel de tu amor”.
Y termino con la siguiente cita: “cuando hayáis hecho todo lo mandado decid: “somos unos pobres siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer.” Lc 17,8-10. Seamos siervos inútiles y desde la voluntad de Cristo y desde la fuerza y poder de su Espíritu Santo tendremos la gracia de amarnos como Él nos amo. Te pedimos Señor que envíes tu Espíritu Santo para que, desde tu amor, aprendamos a amar a los demás.
Acerca de Cristina Martínez Segura
Cristina Martínez Segura, es profesora superior de piano, estudios realizados en el conservatorio de Valencia y licenciada en derecho por la Universidad de Valencia. Durante 12 años fue profesora de piano de conservatorio y posteriormente decidió volver al derecho. Actualmente tiene una empresa y es asesora en nuevas tecnologías y profesora de protección de datos y privacidad en entidades públicas.
En el terreno espiritual ha publicado su primer libro con la Editorial Monte Carmelo, colabora en su blog y escribe pequeñas oraciones diarias. Asimismo ha formado un grupo de oración llamado Betania.
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